Sr. Ramos, su multimillonaria esposa quiere el divorcio

Capítulo 50



Capítulo 50

—Te he dicho muchas veces que Mati no es la amante. ¡Nunca ha pasado nada entre nosotros!

Natalie se burló mientras su gélida mirada se clavaba en Leonardo. -Eso ya no cuenta. No me importa lo que pasara entre tú y Matilda, así que espero que tú tampoco te metas en mis

asuntos.

La ira invadió instantáneamente los ojos de Leonardo. Es más que obvio que Bryan tiene otros intereses contigo. No permitiré que sigas teniendo contacto con él. ¡No desafíes mis límites!

-¿Y acaso Matilda no tiene otras intenciones contigo? ¡Mi relación con él y tu relación con Matilda no son iguales!

-¡Parece que no te preocupa que el futuro de Bryan se arruine por tu culpa!

Natalie apretó sus puños que colgaban a los costados. No le tenía miedo a Leonardo, pero no quería que la vida de Bryan se viera afectada a causa de ella.

Tras un largo silencio, ella lo miró a los ojos y dijo con voz profunda: -Está bien, te lo

prometo. Pero si algo le pasa a Bryan, ¡tampoco dejaré a Matilda impune!

Leonardo entornó los ojos y siseó: -¿Me estás amenazando?

Natalie se rio irónicamente y replicó: —¿No me amenazaste tú hace un momento?

Dicho eso, no tuvo ganas de discutir más con Leonardo y se dio la vuelta para subir

directamente las escaleras.

Al llegar a su habitación, Natalie recibió una llamada inesperada de Tina.

-Quiero tomarme el día libre mañana.

Natalie se sorprendió un poco y preguntó rápidamente: -Sueles trabajar como si no pudieras sentirse cansada. ¿Qué pasó para que quieras un día libre?

-Voy a demandar a Gisela, y ahora estoy hablando con un abogado al respecto.

Natalie no pudo evitar fruncir el ceño y continuó: -¿Qué está pasando? ¿Es que ella no te

devolvió el Enamorada?

Tina soltó una risa fría y respondió con una furia apenas reprimida en su voz: -Sí me lo devolvió, pero lo cortó de tal manera que ya no puedo usarlo. ¡De ninguna manera permitiré

que se salga con la suya!

Al escuchar eso, la ira también se elevó en Natalie, y después de reflexionar un poco, indicó: Más tarde te enviaré la oferta del Enamorada. ¡Usa ese precio para la demanda!

-¡Perfecto!

Luego de una pausa, Tina se sintió culpable y expresó en voz baja: –Natalie, lo siento. No cuidé bien el regalo de cumpleaños que me diste.

–Vamos, no es tu culpa. ¡No tienes que disculparte! ¿Cómo ibas a tener energía para pensar en otra cosa cuando ese día descubriste que esa idiota te estaba engañando?

-En fin, ¡voy a hacer que Gisela pague!

-Así es, ¡te ayudaré!

Una vez terminada la llamada, Natalie marcó de inmediato el número de Patricia.

– Recuerdo que una vez el Enamorada fue colocado por error en la ventana por uno de los empleados, ¿verdad? ¿Cuál era la oferta en ese momento?

Patricia, un poco perpleja por tal pregunta, vaciló por un momento antes de responder: -Si no me equivoco, era de dos millones cuatrocientos mil dólares.

-Los precios de los vestidos que diseñé personalmente deben de oscilar entre tres y cinco millones, ¿verdad?

Patricia sonrió y no pudo evitar bromear: -Jefa, esos son precios de hace tres años. Como NôvelDrama.Org owns all content.

usted no ha lanzado muchas colecciones en estos años, supongo que ahora los precios se han disparado a más de diez millones.

Dado que Natalie no esperaba que los precios se hubieran multiplicado varias veces, se quedó

desconcertada por un momento.

… Ya veo.

Estaba a punto de colgar cuando Patricia le preguntó de la nada: -Jefa, el beneficio mensual es ahora de unos dos millones. ¿Debo seguir transfiriendo todo el dinero a la cuenta que me proporcionó?

Al oír eso, Natalie apretó el celular con más fuerza y respondió en voz baja: -Sí, eso es.

Después de colgar, Natalie se quedó pensativa por un momento y luego envió un mensaje a Tina, indicándole que demandara a Gisela por dañar un vestido valorado en diez millones.

Acto seguido, sacó el celular y mandó otro mensaje a uno de sus subordinados: -Ayúdame a editar un registro de pago. Te enviaré los detalles más tarde.

En poco tiempo, la persona cumplió con la solicitud de Natalie.

Mirando el mensaje del banco que le informaba del gasto de diez millones, Natalie mostró una determinación intensa en sus ojos.

No quiso lidiar con Gisela de esa manera, pero las acciones de aquella mujer habían cruzado su

límite.

Pronto, la policía apareció en la casa de Gisela. De camino a la comisaría, se dio cuenta de la gravedad de la situación y llamó deprisa a Omar.

-Omar, me están llevando a la estación de policía. ¡Ven rápido y ayúdame!


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