Despidiéndose de mi amor

Capítulo 87



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-Ya he comido los platos que preparas durante tres años, no me importa una vez más -respondió Julio.

Silvia sonrió y, cuando los ingredientes llegaron, fue directamente a la cocina a preparar. En realidad, antes no sabía cocinar, fue después de casarse con Julio que aprendió poco a poco. Sin embargo, Julio nunca le mostró gratitud y siempre lo dio por sentado, como lo hacía

ahora.

D.

Julio se sentó con tranquilidad en la sala de estar, pero su mirada permaneció constantemente en Silvia, como si nunca se cansara de mirarla. Ella sirvió muy atenta varios platos y especialmente añadió algo al pescado, que era el plato favorito de Julio.

Ambos se sentaron frente a frente.

Hacía mucho tiempo que no comían juntos de esa manera, y Julio no. habia tocado el tenedor. Silvia le sirvió un gran trozo de pescado en

su tazón.

-Dijiste que no te importaría.

Al escuchar eso, Julio levantó el tenedor y con calma se comió el pescado en su tazón bocado a bocado.

Silvia lo observaba detenidamente, sintiéndose algo nerviosa. Esa vez, puso una cantidad considerable de un somnifero en el pescado. Temía que una dosis pequeña no fuera suficiente, así que le ponía un poco más y más en su plato.

Los ojos oscuros de Julio se encontraron con los suyos.

-¿Por qué no comes?

-No tengo mucha hambre, come un poco más.

Silvia apretó nerviosamente su palma y luego tomó otros platos para comer. Julio no dijo nada más y terminó la comida en completo silencio junto a ella.

Después de la comida, él no mostró ningún signo de somnolencia. Silvia estaba un poco confundida al respecto. ¿Quizás, había puesto muy poco?

-Voy a traerte un vaso de agua.

Se levantó Silvia y se dirigió directo a la cocina.

Sin embargo, Julio agarró su muñeca. Hoy estaba siendo especialmente atenta. ¿No dijo que ya no le gustaba? ¿Todo lo anterior fue una verdadera actuación y ahora quizás se revelando la verdad?

s se estaría

Silvia se asustó, pensando que él había descubierto algo, pero lo escuchó preguntar: -¿No hay agua en la sala de estar? ¿Por qué ir a la cocina?

Silvia suspiró muy aliviada: -Quiero agarrar una botella de agua mineral.

No es necesario.

Julio miró los hermosos ojos resplandecientes de Silvia, su nuez de Adán se movía ligeramente: -No tengo sed.

Su mano aún no se soltó, de hecho, aumentó la presión y la apretó

aún con más fuerza.

-Silvia, habla honestamente, ¿todavía sientes algo por mi? -le dijo de repente, sin previo aviso.

Silvia aún no se había recuperado del todo, y Julio le explicó: -Dijiste que perdiste la memoria, quiero saber si después de perder la memoria, aún sientes algo por mí.

BONUS

En ese momento, el aire parecia haberse solidificado.

Silvia no sabia cómo responderle. Para ser honesta, al elegir divorciarse de Julio y alejarse, ya no tenia ningún tipo de expectativa de la relación entre ellos.

Poco a poco, ella separó la mano de Julio.

-Señor Ferrer, hablando honestamente, usted es excepcional, una altura que nunca podré alcanzar, lo admiro muchisimo. Era admiración, no amor.

Julio recordó las palabras que Silvia le había dicho la primera vez que le confesó sus sentimientos.

Ella le dijo: -Julio, me gustas, no solo porque eres excepcional, no importa en qué te conviertas, siempre me gustaras.

En ese momento, Silvia, parada frente a la puerta del grupo Ferrer, parecia una verdadera tonta.

Julio carraspeò la garganta: -Entonces, ¿ahora no sientes nada por

mi?

Se puso de pie, acorralando con

firmeza a Silvia en la esquina de la

a de la

pared, inclinándose hacia ella.

Estaban tan cerca que la distancia entre ellos era minima, y podian escuchar la respiración mutua.

-Entonces, ¿quién te gusta? ¿Es Luis?

deo

¿Por qué no te acompañó de m

regreso He preguntó Julio. The

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Silvia se sintió ansiosa en su corazón, y también había un fuerte zumbido en sus oidos.

¿Por qué Julio aún no se había quedado dormido?!

-Señor Ferrer, quizás has malinterpretado las cosas.

Julio no estaba satisfecho con ello. Su mano llegó a la cara

ligeramente caliente de Silvia.

-Antes, no te gustaba maquillarte ni llevar ropa como la que llevas

ahora.

No me gustaba, no me gustaba...

Los ojos de Silvia se pusieron ligeramente rojos.

Ella sonrió amargamente.

-¿Alguna vez has pensado que, no es

que no me gusta maquillarme, ni1ho me gusta Nevar ropa bonita?

Julio se atragantó.


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